CAMBIO NECESARIO

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2025-07-12 03:00:00

Tú, pues, harás conforme a tu sabiduría: no dejarás descender en paz sus canas al seol.


1 Reyes 2.6

Parece que estamos anestesiados contra el Evangelio, porque lo aceptamos, pero no creemos en él ni lo utilizamos para nuestro bien y el del prójimo. Es la ley de la libertad, en la que el individuo es juez de sí mismo, porque basta pensar mal de alguien para sentir el deseo de mejorar su comportamiento. Además, cuando recuerda algo que hizo en el pasado y que perjudicó a otra persona o deshonró su mitad, ora y se enmienda con ella (S. Mateo 5.23-26).

El odio que se apoderó de la persona que sufrió la pérdida y comenzó a orar para que su ofensor nunca tuviera éxito pasa, y al liberar el perdón, es bendecida por Dios de forma extraordinaria (1 Samuel 2.3-4). Recuerde: el Señor no quiere que nadie perezca; al fin y al cabo, envió a Su Hijo único a morir en la cruz en favor de todos. La obra de Cristo abarca a la humanidad; nadie queda excluido de la salvación (1 Timoteo 2.3-4).

Cuando una persona siente amor por las almas perdidas -que, desafortunadamente, no han sido el centro de las oraciones de los salvos-, está dispuesta a ministrar la Palabra y se convierte así en el blanco de los cuidados del Padre. Los que están dispuestos a proclamar la salvación y todo lo que conlleva (curación, perdón, paz y prosperidad) son vigilados día y noche (S. Lucas 12.4-7). Tocar a un evangelista es tocar los ojos de Dios.

En cuanto a la voluntad del Señor, el apóstol Pedro dijo sabiamente: «El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.» (2 Pedro 3.9). Nada más lejos de la verdad que la teoría de la predestinación, que afirma que si alguien está marcado para la salvación, se salvará, pero si está marcado para la perdición, nunca se convertirá.

Los que no temen a Dios desconfían de Su Palabra y la interpretan a su antojo. Ahora bien, ningún pasaje bíblico choca con otro. Las afirmaciones humanas sobre lo que dijo el Señor no tienen valor alguno. Ahora bien, si Él ha predestinado a unos a la salvación o a la perdición, no hace falta evangelizar. Lo más que podemos hacer es abrir una iglesia, ya que los predestinados a la salvación vendrán y se unirán a nosotros. ¡El gran engaño del diablo!

Toda persona salvada sabe que su conversión no fue sencilla. Experimentaron tentaciones que casi los llevaron por el mal camino, pero se dieron cuenta de que procedían del diablo en su esfuerzo por no perderlas. Los que se basan en la filosofía de la predestinación no conocen al Señor y probablemente se encuentren entre los convencidos más que entre los convertidos. La Biblia habla de la conversión como arrebatar almas del fuego (Judas 1.23).

Cuando la iglesia clama, Dios envía a los perdidos y le da al pastor la gracia de ser usado por Él para llevarlos a Cristo. Cuando los hermanos se unen al líder, y él se entrega al Señor en oración y estudio de la Biblia, usando toda su fe, las personas encuentran lo que buscaban y son salvas. El pastor debe velar por las ovejas del Señor para que ninguna se pierda.

 

En Cristo, con amor,

 

     R. R. Soares


La Oración de Hoy

¡Señor de la Iglesia de Cristo! ¿Cómo puede alguien menospreciar nuestro trabajo en Ti y en Tu Espíritu para arrebatar del diablo vidas llenas de pecado? Somos Tu Iglesia que quiere salvar a todos, ¡para que Tú seas glorificado en Tu Hijo!

Revívenos día a día y visítanos en la lectura de la Biblia y en la oración. Nuestro ministerio debe ser como Tú lo planeaste. Hemos sido enviados en medio de lobos voraces. ¡Tu unción está obrando en nosotros para sacar almas del valle de la indecisión y la perdición!

Aún no estamos satisfechos con lo que podemos hacer y, sin duda, Tú tampoco lo estás cuando ves tan pocas conversiones. Padre, clamamos por sabiduría, porque ¿cómo podemos salir al mundo a hablar de Tu amor si no sabemos lo que hace falta para revelar Tu Palabra?