El profeta Isaías previó el caos matrimonial, hablando del tiempo que Jesús inauguraría para la humanidad. En Su venida al mundo, Cristo despojó al diablo y a los demonios del poder que le habían robado a la humanidad cuando Satanás le mintió a Adán: «Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.» (1 Juan 3.8b). La semilla del mal aún mora en los corazones de quienes no se han convertido, pero el Salvador vino para darnos un ejemplo de cómo hacer la obra de Dios. ¡Así que, prediquemos la Palabra a todos!

Llegará el día en que las mujeres sufrirán terriblemente para encontrar a un hombre con quien casarse y, por no soportar vivir solas, se reunirán en grupos para convencer a uno de ellos de ser su esposo, como dice la profecía. Lo que Dios habló a través de Sus siervos se cumplirá, como dijo Jesús: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.» (S. Marcos 13.31). Podrán quedarse sin el sustento material, pero no sin que alguien las ame. ¡Misericordia!

La Biblia habla del cumplimiento de los tiempos, cuando ocurrirán situaciones como la mencionada por Isaías. El mal ya se ve en todas partes; de hecho, desde que Jesús vino al mundo, el período profetizado ya está entre nosotros. Cada día, las personas toman decisiones que sorprenden incluso a quienes nunca han leído la Biblia, que declara: «Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la Ley.» (Gálatas 4.4). ¡Es hora de buscar al Señor para no escandalizarse!

La plenitud de los tiempos ya ha llegado, y lo que estamos presenciando es parte del caos que se apoderará de donde aún se desconoce la Verdad. No importa si somos una nación que se considera perdida o una que se proclama evangélica; la corrupción existente y la venidera son estratagemas del diablo para destruir y avergonzar a la gente. Solo hay una manera de escapar de esto: amar a Jesús (S. Juan 3.36).

Sodoma y Gomorra son símbolos de lo que pronto sucederá. Lo peor es ver a gente deshonrando al Señor, participando en prácticas perniciosas y degradantes. Por mucho que se predique la Palabra, actuarán como quienes rodearon la casa de Lot, queriendo abusar de los ángeles de Dios: «Y llamaron a Lot, gritando: —¿Dónde están los hombres que vinieron a ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos.» (Génesis 19.5). ¡Estaban locos!

¿Qué decir de un grupo de juerguistas que decidió bailar semidesnudo en Carnaval, sosteniendo un cartel que decía: "¿Quieres a Jesús o a Satanás?", y la gente gritaba: "¡Satanás, Satanás!"? Pues bien, estos rebeldes sufrirán eternamente en las garras del rey del mal, quien también será atormentado en el lago de fuego y azufre. Ellos no saben lo que prefirieron (Apocalipsis 20.10; 21.8).

Cristo habló del Cielo, donde prepararía un lugar para nosotros (S. Juan 14.2-3). Murió por todos y regresará a buscar a quienes lo han aceptado como Salvador y Señor, y del Reino del bien, Su Casa, nunca se irán. Si aún no es salvo, entréguese a Jesús ahora y sírvale.

En Cristo, con amor,

    R. R. Soares