Los que están privados de sabiduría ni siquiera se dan cuenta de que su boca les traerá la destrucción y, si no se arrepienten, continuarán en este estado. Un caso triste ocurrió en la familia del rey David después de su muerte. Salomón, uno de sus hijos, reinó con la ayuda de Dios y una sabiduría casi total. Debido a que no gobernó su corazón por la Palabra, al final de sus días se desvió del plan de Dios casándose con mujeres extranjeras (1 Reyes 11.1-8).

Salomón no vio nada malo en su comportamiento, llegando a tener 700 esposas y 300 concubinas. ¿Por qué lo hizo? Cómo no lo explicó, solo Dios lo sabe. Sin embargo, este rey se olvidó de preparar a su hijo, Roboam, que reinó en su lugar. Éste aún no era lo bastante maduro y, por falta de sabiduría, permitió que el reino se dividiera en dos: el del Norte, formado por diez tribus, y el del Sur, formado por dos, con las que se quedó. ¡Vele y ore!

Abías, hijo de Roboam, que gobernó en su lugar, describió así a su padre: Pero Jeroboam hijo de Nabat, siervo de Salomón hijo de David, se levantó y se rebeló contra su señor. Se juntaron con él hombres ociosos y perversos y pudieron más que Roboam hijo de Salomón, porque Roboam era joven y pusilánime, y no se defendió de ellos. (2 Crónicas 13.6-7). Esto demuestra que el necio puede destruir una nación.

Volviendo a Salomón, el Señor dijo que lo había escuchado. Como resultado, sería mucho más sabio que los demás reyes de Israel: Voy a obrar conforme a tus palabras: Te he dado un corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú. (1 Reyes 3.12). Sin embargo, el corazón de Salomón se corrompió porque no se comportó prudentemente con las mujeres. ¡Qué triste!

¡Que esto sea una advertencia para los que dirigen la congregación del Señor! El diablo hará todo lo posible por corromperlos, llevándolos al mismo pecado que Salomón. Como un abismo llama a otro (Salmo 42.7), los que no sigan las advertencias de Dios también cederán al pecado, y su final será trágico. Jesús dijo: Vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. (Apocalipsis 3.11). El sabio con temor no caerá (1 Corintios 10.12).

Si necesita sabiduría, pídale al Señor. De lo contrario, se meterá en problema. La Palabra declara: Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. (Santiago 1.5). Tome esta oferta del Altísimo, confiese su necesidad y crea que Él le concederá su petición. ¡Pero recuerde honrarle!

Nunca haga de su lengua una trampa para su alma, involucrándose en asuntos que le perjudicarán grandemente. Así ha dicho Jehová: «¡Maldito aquel que confía en el hombre, que pone su confianza en la fuerza humana, mientras su corazón se aparta de Jehová! (Jeremías 17.5). Tenga buen humor, sea fiel y amigo verdadero de los que viven al margen de la vida, y las bendiciones del Señor le alcanzarán.

        En Cristo, con amor,

        R. R. Soares