Dalila tenía la sensualidad del Infierno para derrotar al héroe israelita que liberaría al pueblo hebreo de la opresión de los filisteos, que ya duraba 40 años. En medio de la misión de Sansón, esta mujer logró desviarlo de su propósito. Se involucró con Dalila hasta que ya no pudo seguir siendo lo que era: el hombre fuerte de Israel. ¿Por qué se enamoró, si pudo haberla rechazado la primera vez que ella quiso saber la verdad sobre su fuerza?

No podemos tener comunión con las siervas de Satanás, que tienen vínculos con influyentes siervos del maligno dispuestos a matar a los que sirven a Dios. Sansón, en su inocencia y falsa grandeza, ignoraba que Dalila había sido enviada por el enemigo. Sus abrazos, sus caricias y su suave voz tenían el atractivo del maligno. ¿Por qué Sansón no respetó a sus padres cuando le dijeron que se buscara una novia entre su pueblo? La cuestión era que las filisteas le encantaban.

Cuántas hermanas en Cristo han hecho lo mismo que Sansón, dejar a sus hermanos fieles a Dios y se entregaron a algún «filisteo» que hablaba bien o era rico. Normalmente, alguien así lo tiene todo para ser desenmascarado, pero casi siempre consigue que una chica inocente se interese por él. Después de unos días, todo cambió para el nazareo, y la voz dulce de aquella mujer se convirtió en tortura y sufrimiento. Debemos prestar atención a las recomendaciones de Dios si queremos tener éxito. ¡Dios es nuestro Padre y nuestro mejor Amigo!

Efectivamente, con voz melodiosa, Dalila se acercó a Sansón y le pidió que le contara el secreto de su fuerza. ¿Por qué quería saberlo? El siervo de Dios no se daba cuenta de que detrás de esta petición, ella era como un soldado malvado que le sacaría hasta la última gota de su sangre. Creo que el héroe israelita ni siquiera sospechaba de la «heroína» de los filisteos, y si fuera hoy, probablemente cambiaría de nacionalidad por amor a ella.

Tenemos que escuchar las advertencias de la Biblia para que no caigamos en el engaño del diablo, cuyo propósito es atraparnos en sus garras, arrebatándonos de las manos del Señor. El joven mencionado en el libro de Proverbios fue enganchado por la seducción, igual que Sansón: Los labios de la mujer extraña destilan miel y su paladar es más suave que el aceite, pero su final es amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos filos. (Proverbios 5.3-4). ¡Huya!

Sansón cedió a la pasión sin darse cuenta de que Dalila no se preocupaba por él y solo buscaba enriquecerse con las grandes sumas de dinero que le ofrecían los príncipes. Si este siervo nazareo hubiera buscado al Señor, no habría caído en ninguna trampa. Jesús nos advirtió: Así que no los temáis, porque nada hay encubierto que no haya de ser descubierto; ni oculto que no haya de saberse. (S. Mateo 10.26). Permaneciendo en comunión con el Maestro, ¡no será engañado!

Sansón se dejó llevar por una pasión que le impidió discernir el carácter y las intenciones de Dalila. En vez de abrirle su corazón, debió haber sospechado lo que ella le pedía: Yo te ruego que me digas en qué consiste tu gran fuerza y cómo hay que atarte para que seas dominado. De esta declaración se puede ver que sus malas intenciones eran muy claras. ¡Vele y ore!

        En Cristo, con amor,

        R. R. Soares