PREPARACIÓN PARA LA GUERRA

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2025-12-05 03:00:00

Jerobaal, que es otro nombre de Gedeón, y todos los que estaban con él, se levantaron de mañana y acamparon junto a la fuente Harod. El campamento de los madianitas les quedaba entonces al norte, en el valle, más allá del collado de More.


Jueces 7.1

Si leemos primero Jueces 6.1, vemos que los hijos de Israel hicieron lo malo a los ojos del Señor, y Él permitió que los madianitas los atacaran y se apoderaran de sus recursos, incluyendo el alimento que producían en sus campos (vv. 3-4). Cuando buscaron al Señor, Él envió un profeta que recorrió varias ciudades para recordarles que no podían adorar a los dioses cananeos (vv. 7-10). Como no hicieron caso, recibieron su castigo.

Durante siete años, madianitas, amalecitas y otros pueblos del este unieron fuerzas para atacar los campos de los israelitas y robarles toda su cosecha (v. 33). Nada los detuvo. El profeta ya había advertido al pueblo sobre el motivo de su opresión. Tras escuchar la palabra del hombre de Dios, el joven Gedeón llevó el trigo cosechado a un lagar para trillarlo en un lugar oculto de los enemigos de Israel que regresaban a saquear los alimentos (v. 11).

El ángel del Señor llegó a donde Gedeón estaba trillando trigo y lo saludó, diciéndole que Dios estaba con él y llamándolo hombre esforzado y valiente (v. 12). Al oír este saludo, Gedeón le respondió: —Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Dónde están todas esas maravillas que nuestros padres nos han contado? Decían: “¿No nos sacó Jehová de Egipto?” Y ahora Jehová nos ha desamparado y nos ha entregado en manos de los madianitas. (v. 13). El Altísimo le dijo que fuera con fe, pues él salvaría a su pueblo (v. 14).

Primero, Gedeón destruyó el altar de su padre dedicado a Baal (v. 25-32). Luego, reunió a sus hombres para que se unieran a él en la guerra por la liberación de su pueblo. Para empezar, él y el grupo de “soldados” que el Señor le dio se levantaron temprano por la mañana y acamparon cerca del manantial de Harod (término hebreo que significa “temblor”), cerca de un campamento madianita (Jueces 7.1).

Gedeón eligió este lugar porque lo consideraba estratégico para empezar el ataque. Sin duda, debió orar pidiendo la guía de Dios; después de todo, sin el Señor, no hay victoria. Jesús mismo enfatizó: «Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer.» (S. Juan 15.5). Así que, si algo extraño nos impide vivir bien, debemos buscar el rostro del Altísimo para saber cómo proceder; sin la guía divina, fracasaremos.

A veces, al acercarnos al Señor, parece que las adversidades y las tentaciones aumentan, pero esto es solo una señal de lo que ya nos estaba sucediendo. Cuando se nos instruye a hacer lo correcto, vemos que, antes, nos desviábamos de las metas establecidas por Dios, porque el diablo nos ponía delante cosas que debemos expulsar de nuestras vidas. ¡Confesar nuestros pecados a Dios nos traerá perdón y nos preparará para la guerra de la que nosotros y nuestras familias saldremos victoriosos!

Tenga en cuenta que, en el caso de Gedeón y sus soldados, el Señor no comisionó a un grupo de personas experimentadas en la batalla. Dios nos eligió porque, incluso como novatos, podemos aprender a luchar con Él y salir victoriosos; así, Él recibirá toda la gloria que le corresponde.

 

En Cristo, con amor,

 

        R. R. Soares

La Oración de Hoy

    ¡Dios de los Ejércitos! Queremos pelear Tus batallas, como lo hizo David, pero las que él enfrentó no son las mismas que hoy; las nuestras son espirituales. ¡Tu pueblo necesita aprender de Ti para siempre tener éxito!

     Gedeón no pasó todo su tiempo orando en casa. Después de clamar, fue a la batalla, creyendo que saldrías delante de él y sus soldados para mostrarle al enemigo que Tus siervos están completamente protegidos por Ti. ¡Necesitamos aprender de Ti, Hombre de guerra!

    Agradecemos Tus promesas y revelaciones. Así, sabremos cómo buscar lo que nos pertenece. Nos has dado a conocer Tu camino para que podamos representarte, poniendo al enemigo en su lugar: ¡bajo nuestros pies!