PRUEBA SOBRE PRUEBA
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2025-12-08 03:00:00
Jehová dijo de nuevo a Gedeón: «Aún son demasiados; llévalos a beber agua y allí los pondré a prueba. Del que yo te diga: “Vaya este contigo”, irá contigo; pero de cualquiera que yo te diga: “Que éste no vaya contigo”, el tal no irá.»
Jueces 7.4
El Señor le dijo a Gedeón que había muchos hombres con él para ir a la guerra contra los madianitas y el pueblo de las naciones confederadas. La mayoría lo obstaculizaría, en lugar de brindarle la ayuda necesaria, porque los temerosos, cobardes y distraídos no estaban en condiciones de ir a la batalla. Tendrían que mantenerse al margen en las batallas que acabarían con la opresión madianita.
Gedeón y sus soldados estaban acampados en Meguido, cerca del manantial de Harob, de donde fluía mucha agua del norte de Israel. Allí, debía estar atento a las instrucciones de Dios para dejar fuera a las personas no aptas para el combate. Esta eficaz estrategia, planeada por el Cielo, le traería el éxito deseado. Gedeón esperó nuevos recortes en sus tropas, probablemente con la esperanza de que no fueran tan grandes como los primeros, cuando treinta y dos mil soldados se redujeron a diez mil. Y ahora, ¿cuántos le quedarían?
Gedeón debía prestar mucha atención a las instrucciones del Señor, según las cuales cada israelita sería probado para determinar si debía unirse a él en la lucha. Aquel hombre que llevaba una vida tranquila, sembrando y cosechando trigo y otros granos, les encomendaría a los diez mil una tarea que nunca hubiera imaginado: tendrían que ir a las aguas, que simbolizan la Palabra de Dios y que todos necesitan con urgencia.
Hoy en día, es necesario llevar a las aguas a los que aspiran a la posición de obreros, pues allí Dios los probará. Cuando alguien teme la Palabra del Señor, la Biblia, es probable que sea aprobado. Sin embargo, es necesario prestar plena atención para evitar cometer errores cuando el Todopoderoso revela algo en las Escrituras. Quienes no las respetan no saben cómo usarlas ante la tentación en el desierto (S. Mateo 4.1-10).
En la vida, enfrentamos situaciones incómodas, como advirtió Jesús: «Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo.» (S. Juan 16:33). En estas aflicciones, los Gedeones de hoy deben observar atentamente a sus futuros líderes. Si no buscan rápidamente la ayuda prometida por Cristo, seguramente serán incapaces de actuar en su santo Nombre. ¡Velen y oren por esto!
Todo líder necesita buscar la guía del Altísimo con respecto a cada persona que trabajará con él, para que no sea alguien que le cause problemas. Lo mismo ocurre con un joven que siempre busca a una cierta joven para conversar y empezar a salir, y viceversa. Sin duda, mejor que esta amistad es el hecho de que ambos estén interesados en la obra de Dios, buscando hacer Su voluntad, porque serán siervos fieles, instrumentos del Cielo.
Manténgase atento. Dios suele revelar al corazón del líder cómo proceder, como lo hizo con Gedeón: «Vaya este contigo”, irá contigo; pero de cualquiera que yo te diga: “Que éste no vaya contigo”, el tal no irá.» (Jueces 7:4b). Nunca acepte llevar con usted a alguien que Dios no le ha revelado. Olvídese de criterios como la simpatía, la amistad o el parentesco. Si camina en la dirección divina, nunca caerá en el error.
En Cristo, con amor,
R. R. Soares
La Oración de Hoy
¡Dios, nuestro Guía! Es bueno que Te escuchemos y tomemos la decisión que nos traerá placer y victoria. No estamos creando líderes para nosotros mismos, sino para Tu Iglesia. Por lo tanto, ¡no podemos aceptar obreros que desapruebas!
Que los hijos extraños entre nosotros sientan que deben hacer más que intentar ser soldados en Tus batallas. Seamos como David, quien escuchó a Abigail cuando ella le impidió participar en una batalla privada contra Nabal, diciendo que Tu siervo peleaba Tus batallas.
Te agradecemos por enseñarnos a guiar a Tu pueblo sin aprovecharnos de él. Hay quienes quieren servirte, pero si los desapruebas, no deben permanecer con nosotros. Pues muchos son los llamados, pero pocos elegidos (S. Mateo 22.14b).
