¿QUIÉN ES ÉSTE?

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2025-09-04 03:00:00
Entonces sintieron un gran temor, y se decían el uno al otro: —¿Quién es éste, que aun el viento y el mar lo obedecen?
San Marcos 4.41
Cuando el Hijo de Dios se presentó al pueblo de Israel, todos hablaban de Él, diciendo que nunca habían visto nada semejante a lo que Él hacía. Jesús proclamó la Buena Nueva del Reino de Dios al pueblo, sanando a los enfermos, liberando a los oprimidos y dando vida a todos. Al regresar al Cielo, Cristo comisionó a Sus discípulos a salir al mundo a proclamar el Evangelio que Él trajo: la obra que realizó por la humanidad (S. Marcos 16.15).
Pocas personas se preocupan por actuar como Jesús, pero muchas se dedican a construir su religión. Esto mueve a la mayoría de los que dicen creer en Él. Sin embargo, Él nunca nos dijo que fundáramos una iglesia, aunque sea necesario, pues ¿cómo aprenderán todos la Verdad si no hay un lugar dónde enseñarla? Esto puede ser bueno, pero este mandato no provino de Él. El Salvador nos mandó predicar la Buena Nueva como Él lo hizo.
En la sinagoga de Capernaúm, Jesús reprendió a un demonio, ordenándole que saliera del hombre, y el demonio salió: «Jesús lo reprendió, diciendo: —¡Cállate y sal de él!» Entonces el demonio, derribándolo en medio de ellos, salió de él sin hacerle daño alguno. (S. Lucas 4.35). Los presentes se miraron unos a otros y dijeron: Todos estaban maravillados, y se decían unos a otros: —¿Qué palabra es ésta, que con autoridad y poder manda a los espíritus impuros, y salen? (S. Lucas 4.36).
Este es el Evangelio que llevará a millones al Cielo, porque es puro y bendito. No usar el mismo poder que libera a los poseídos por espíritus malignos es un fracaso total. Si los perdidos no ven la diferencia entre Dios y el diablo, seguirán diciendo que cada uno tiene su propia religión. Esta mentira debe ser desenmascarada con acciones que salven a quienes son destruidos por pecados de todo tipo. Jesús nos dio el ejemplo para que hagamos lo mismo (S. Juan 13.15).
Quienes creen servir al Señor deben comparar sus obras con las del Maestro. Ahora bien, es urgente realizar las mismas obras para que un mayor número de personas pueda ser salva. Examinemos atentamente las palabras de Jesús: De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él también las hará; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre. (S. Juan 14.12). ¿Por qué no le obedecemos?
Aléjense de quienes desprecian la guía del Señor. Consideren lo que dice la Biblia sobre Cristo: Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. (Hechos 10.38). A muchos les iría mejor se aprendieran del Salvador.
Hay personas bien intencionadas que predican una parte de la Buena Nueva por todas partes, pero si se quedaran en Jerusalén, harían la obra por completo. Cristo dijo: «Ciertamente, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.» (S. Lucas 24.49). Sin poder desde lo Alto, nada se puede hacer (S. Juan 15.5).
En Cristo, con amor,
R. R. Soares
La Oración de Hoy
¡Señor de la mies! Oramos por quienes presiden iglesias y denominaciones, pero no saben cómo hacer Tu obra como Jesús lo demostró. Ha llegado el momento de dar a luz la misma obra que Él vino a inaugurar. Debemos volver al principio, o no lograremos nada para Ti.
Nuestra meta no debe ser, en primer lugar, el crecimiento de una iglesia, sino actuar como Tu Hijo, en honor y obediencia a Ti. Nada es mejor que ver a los perdidos entregándose a Jesús, a los enfermos siendo sanados y a Ti recibiendo toda la gloria.
Así, veremos a nuestras iglesias rebosar, porque todos desearán encontrarte, ser salvos y bendecidos. Instrúyenos en el camino que debemos recorrer y guíanos con Tu mirada. ¡Padre, sé magnificado!