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2024-10-22 03:00:00

Aquella noche se le apareció Jehová y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, porque yo estoy contigo. Te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia por amor de Abraham, mi siervo.»


Génesis 26.24

Cuando vivió entre los filisteos, Isaac enfrentó la usurpación de sus pozos de agua, y esto sucedió para satisfacer los intereses de Abimelec (este fue el nombre que se le dio a los reyes filisteos, como la designación de Faraón fue dada a los reyes egipcios). Al igual que con Abraham, el Abimelec de los días de Isaac - que vivió y reinó casi cien años después del contemporáneo de Abraham y quería tomar a Sara para sí - también estaba interesado en Rebeca, la esposa de Isaac, pero, al igual que su predecesor, no tocó en ella (leer Génesis, capítulos 20 y 26).

La Biblia relata varios incidentes en la perforación de estos pozos. A veces, cuando pensaban que tales cisternas servirían a su rey, los filisteos se las quitaban a Isaac. El don de este siervo de Dios de saber dónde encontrar agua lo hizo exitoso en este trabajo. Incluso demostró mucha paciencia, pues dejó el pozo que habían tomado y abrió otro, hasta que los filisteos dejaron en su mano todo lo que era suyo. Jacob una vez habló con su suegro sobre el temor de su padre a Dios (Génesis 31.42).

Nuestra fe en Cristo y la obediencia a Dios y a los mandamientos nos fueron transmitidas por el patriarca Isaac. Por eso, es bueno estudiar sus acciones e imitarlas, ya que nos harán un gran bien. Un ejemplo de esto fue el hecho de que oró por Rebeca durante 20 años para que Dios abriera su vientre (Génesis 25.21). Tendría un hijo para que la promesa del Salvador se cumpliera casi dos mil años después. Ante esto, vemos que la lucha por el nacimiento de Jesús fue un gran ejemplo para nosotros. ¡Por Cristo estamos salvos!

Lo que sucede en el mundo ya estaba previsto y salimos a la luz exactamente dentro del plan de Dios. Por tanto, debemos conocer la voluntad del Señor y cumplirla. Lo que debe sostenernos comienza con lo que el Dios trino le dijo a Isaac: Yo soy el Dios de tu padre Abraham. Esta declaración está destinada a nosotros hoy. Por la fe somos sus descendientes y tenemos la obligación de transmitir el mensaje a cuantos el Altísimo llame (Gálatas 3.6-9; Hechos 2.39).

El Altísimo es el Dios de nuestros padres, quienes se postraron ante Su Palabra para que tengamos la salvación proporcionada por Jesús. El Evangelio crece a medida que los salvos sirven al Padre, como nos orientan las Escrituras. Crea: la moda religiosa nunca encajará en la Palabra, que dice: Entonces siguió diciéndome: «Ésta es palabra de Jehová para Zorobabel, y dice: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos. (Zacarías 4.6)

Dios le dijo a Isaac que estaba con él. De la misma manera, Él está con nosotros. ¿Qué más necesitamos? Simplemente crea en el Señor y utilice Su sabiduría. Si tenemos que afrontar los sufrimientos de nuestros hermanos en el pasado, lo haremos. De hecho, lo importante es arrebatar a muchos de la muerte eterna (Judas 1.23). Una vida quitada de la perdición reflejará la misericordia de Dios hacia nosotros, ¡y nuestra recompensa será tremenda! (S. Lucas 15.7-10)

El Señor ha prometido bendecirnos y cuidarnos. De esta manera, no debemos desesperarnos por las pruebas, persecuciones y luchas que enfrentaremos, pues todo esto se convertirá en bendiciones para nosotros (Romanos 8.18). ¡La semilla será multiplicada por el amor de Dios por Abraham!

 

       En Cristo, con amor,

        

R. R. Soares


La Oración de Hoy

¡Dios, Amado de nuestra alma! Gracias por el plan de salvación, cuando estábamos lejos de Tus caminos. Tu inmensa gracia ha sido derramada sobre nosotros. No tenemos nada de qué quejarnos, pero sí mucho que agradecer. ¡Somos Tus siervos en estos días de gloria!

Saber que Tú estás con nosotros es una bendición. Aunque el Infierno nos tiente para separarnos de Tu amor, no lo logrará. ¡Estamos unidos a Ti por el Pacto hecho en la sangre de Jesús y disfrutamos de Tus promesas, que llenan de gloria nuestro corazón!

Tú nos bendecirás y multiplicarás nuestra descendencia por amor a Abraham, nuestro padre en la fe. Dijiste que cuando pasemos por las aguas, no nos anegarán. ¿Hay algo mejor que esto? ¡Que vengan las luchas, porque nunca Te dejaremos ni Te negaremos!