DAME ESA AGUA

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2025-04-19 03:00:00

La mujer le dijo: —Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed ni venga aquí a sacarla.


La mujer le dijo: —Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed ni venga aquí a sacarla. San Juan 4.15

Jesús sintió la necesidad de pasar por Samaria, y el resultado de Su paso por allí demostró que tenía un plan. Mire, cuando sentimos que Dios nos envía a algún lugar, tenemos que seguir esa orden, porque algún trabajo se hará allí. El final del pasaje de Cristo por el antiguo reino del Norte hizo que mucha gente de aquella parte de la Tierra Prometida se diera cuenta de que Él es Omnisciente y lleva a todos por igual al Padre (S. Juan 4.39-42).

Aquella mujer samaritana no era bien vista por su forma de vida: después de haberse casado cinco veces, en ese momento vivía en fornicación. Ahora bien, esta actitud de solteros o viudos que se juntan como si estuvieran casados está condenada por las Escrituras, y quien viva así morirá eternamente (Apocalipsis 21.8). Así que no deje que el diablo le engañe, sino busque el perdón divino ¡y cásese oficialmente en la iglesia o en el registro civil!

En Brasil, hay una moda que llevará a mucha gente al Infierno: firmar un contrato civil que no tiene nada que ver con el matrimonio y, por lo tanto, no tiene la aprobación de Dios. Los perdidos no ven problema, pero los que temen al Señor saben que tanto el adulterio como la fornicación llevarán a sus practicantes al tormento eterno. Pero en Cristo, ¡hay perdón y santificación!

Jesús conocía la situación de aquella mujer y comenzó la charla pidiéndole agua. A ella le pareció extraño y le preguntó por qué se lo había pedido, porque los judíos no se comunicaban con los samaritanos. El Maestro respondió a su pregunta de la siguiente manera: —Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”, tú le pedirías, y él te daría agua viva. (S. Juan 4.10). ¡Ese fue el comienzo del diálogo!

El evangelista tiene que provocar la charla, pero siempre utilizando buenas premisas. La samaritana no sabía quién estaba delante de ella, pero como se sintió bien con las palabras del Maestro, cuestionó Su petición inicial. La mujer se sintió incómoda y, sin entender lo que debía decir, replicó que el pozo era profundo y que Jesús no tendría una vasija para sacar el agua. Ante esto, ¡la respuesta del Maestro la intrigó aún más!

Qué bueno sería que todos los salvos tuvieran sabiduría divina, la cual pueden recibir cuando claman al Padre, como enseñó Santiago: Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. (Santiago 1.5). No importa quién haya sido hasta ahora; Dios le perdonará y hará de usted la persona que Él idealiza. Entonces el que le escuche también tendrá éxito.

Al darse cuenta de que el Agua Viva saciaría su sed de la Verdad, la mujer entró en razón y se la pidió al Señor. La necesitaba para llenar para siempre el vacío de su alma. Esta es la bendición que todos deben pedir al Padre. Así, nunca más sufrirán cuando escuchen alguna cosa. Créame: ¡el Agua Viva también está reservada para usted!

 

En Cristo, con amor,

 

R. R. Soares


La Oración de Hoy

¡Dios del Agua viva! Recibir de Ti este don es nuestra petición, como lo fue para la samaritana. ¿Cuántas veces el diablo ha puesto delante de nosotros agua contaminada y la hemos bebido? Después de eso, nos separamos de Ti. ¡Ayúdanos con Tu Fuente!

La falta de sabiduría nos paraliza ante las aguas contaminadas que nos ofrece el mundo, y ni siquiera sabemos responder con lo que declara Tu Palabra. No aceptamos vivir como los impíos. ¡Queremos beber de Tu Agua para que no seamos afectado por el mal!

Queremos ver ríos de agua viva fluyendo en los corazones abandonados y que sufren. Solo hay cura en Ti, aunque el hombre busque todo tipo de ayuda en el mundo. Hoy, declaramos: ¡somos Tus hijos!