DICIENDO LA VERDAD

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2025-05-23 03:00:00
Pero esto lo digo más como concesión que como mandamiento.
1 Corintios 7.6
Todo precepto creado por el Señor para el bien de Sus hijos se encuentra en las Escrituras. No hay posibilidad de que alguien pueda crear algo igual o similar. Lo que viene del diablo nos irrita solo con oírlo y no le sirve a nadie. El maligno utiliza personas que no han tenido un encuentro con Dios y por eso, como locos, crean diversas doctrinas. En el caso de hoy, Pablo dice que parte de su enseñanza sobre el matrimonio le llegó como un permiso y no como un mandamiento. ¡El apóstol fue fiel!
Nunca podremos sobrepasar el permiso dado por el Todopoderoso; después de todo, no estamos en condiciones de guiar a nadie por nuestra cuenta. Solo lo que Dios ha establecido en Su Palabra está completo (2 Timoteo 3.16-17). Si entendemos algo nuevo en la Biblia, es prudente, antes de difundir la “revelación”, buscar a los más sabios en la Palabra. Después de verificar la veracidad de la instrucción, podemos transmitirla al pueblo.
Pablo y Silas predicaron el evangelio en Tesalónica, pero los judíos se resintieron porque ellos guiaban a la gente a Cristo y los persiguieron. Así que los dos fueron a Berea, donde fueron bien recibidos. Los judíos de aquella ciudad eran más nobles que los de Tesalónica: Estos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así. (Hechos 17.11). ¡Velar, orar y creer son las órdenes de Dios!
No importa quién traiga una doctrina. Si no encuentra la base en la Biblia, nunca la acepte, aun cuando el mensajero sea conocido como alguien capaz. Ninguna revelación genuina estará jamás en conflicto con alguna parte de la Escritura. Las declaraciones del Señor no salen de Sus labios por casualidad, sino que son la Verdad probada lista para entrar en acción. ¡El siervo del Altísimo no debe depositar su fe en afirmaciones contrarias al Libro Sagrado!
Un equívoco común que cometen algunos predicadores es dar un mensaje indirecto a una persona. La congregación perderá la confianza en ellos. Si alguien necesita ser reprendido u orientado sobre algún asunto, lo más sensato es invitarlo a la oficina pastoral. Por lo general, el pastor instruye sobre lo que el Señor pone en su corazón, pero abordar asuntos personales desde el púlpito no es parte del trabajo del líder. ¡Evite discutir asuntos íntimos!
No añada ni le quite nada a la Biblia. Incluso si su intención es ayudar, si comete semejante error, pagará un alto precio. Dios no necesita ayuda ni siquiera para convertir a alguien. Estamos limitados a las órdenes de las Escrituras, por lo que es mejor siempre atenernos a lo que dice el Señor (Apocalipsis 22.18-19). Recuerde a Uza: murió intentando sostener el Arca de Dios, al verla inclinada hacia un lado (2 Samuel 6.6-7). ¡Esté atento!
Nadie es dueño del púlpito del Señor, desde donde Él habla a la iglesia. Quien use de esta posición para disfrutar de beneficios, será abandonado por Dios, porque actuó con engaño. Balaam, el profeta que enseñó a Balac, el rey moabita, a poner tropiezo delante de los israelitas, recibió su recompensa: También pasaron a espada los hijos de Israel, entre otras víctimas, a Balaam, el adivino, hijo de Beor. (Josué 13.22). ¡Sea santo, porque Dios lo es!
En Cristo, con amor,
R. R. Soares
La Oración de Hoy
¡Dios del ministerio! No queremos actuar como aquellos que se aprovecharon de su posición en Ti y se entregaron al pecado. Los hijos del sacerdote Elí, por ejemplo, murieron a causa de sus malas acciones. ¡Deseamos vivir para Ti y permanecer en Tu presencia!
Si nos falta algo, como entendimiento, ayúdanos a buscarlo en la Palabra. En los días de Pablo, ¿faltaba todavía algo para que se cumpliera Tu voluntad? Necesitamos alcanzar a los perdidos, llevándoles Tu revelación, ¡sin añadir nada a las Escrituras!
Que Tu amor se derrame sobre nosotros, para que podamos disfrutar de lo mejor de Ti. Sin duda esto es lo que necesitamos. Tenemos un desafío que lanzar sobre Tu pueblo: ¡realizar las mismas obras que hizo Jesús!