¡Sabia era la mujer samaritana! Fue a buscar agua justo cuando el Agua Viva estaba junto al pozo de Jacob. Los patriarcas bíblicos cavaron pozos de agua natural donde sus descendientes saciaron su sed. En el Nuevo Testamento, estas fuentes simbolizan a Jesús, el Agua Viva, que hace de quien lo acepta una fuente de agua que salte para vida eterna (S. Juan 4.14). La mujer se dejó guiar por Dios haciendo las preguntas precisas para descubrir la Verdad. Cristo es la Verdad que necesitamos conocer para agradar al Padre. ¡Crea y ore!

Dentro de cada uno existe el deseo de ver la obra de Dios en favor de los afligidos. No hace falta escalar montañas ni pasarse horas clamando al Señor. Él responde a través de la Palabra. Todos tendrían éxito si creyeran en el Evangelio - la Buena Nueva: No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree, del judío primeramente y también del griego. (Romanos 1.16). ¿Cuál será su actitud?

Había una gran controversia religiosa en aquellos días: que el Hijo de Dios vino a la tierra para salvar a la gente de la perdición eterna causada por el pecado de Adán. Algunos creían en la oración en cierto monte de Samaria; otros decían que Jerusalén era el lugar para adorar a Dios. En realidad, estemos donde estemos, podemos buscar a Dios para recibir Su dirección. Nosotros lo encontramos en la Palabra. Él es Omnipresente.

El corazón del hombre es el templo del Espíritu Santo, donde le servimos con amor y lealtad. Debemos vivir lo que hemos aprendido del Señor y no vivir desorientados ni desesperados. Tenemos que abandonar nuestra infancia religiosa y pasar a la vida adulta de la verdadera fe en Dios; al fin y al cabo, hemos crecido y ya no tenemos que actuar como niños (S. Lucas 7.32). La salida de los problemas es actuar según la Palabra.

No importa si está en Israel o en cualquier otro lugar. Lo importante es mantener limpio su corazón confesando sus errores y con el perdón del Cielo. Es hora de que los verdaderos adoradores adoren a Dios en espíritu y en verdad (S. Juan 4.23). Cuando se sienta tocado por la Palabra, clame al Señor por esa revelación y no olvide apropiarse de la información que ha aprendido de la lectura. ¡La respuesta correcta le dará la victoria!

Los samaritanos insistían en que había que adorar a Dios en el monte Gerizim, y los judíos decían que el lugar apropiado era Jerusalén. Sin embargo, como los escritos bíblicos no revelaban esto, debemos olvidar tales cosas y llevar a cabo nuestro culto como dijo el Salvador: En espíritu y en verdad. El Antiguo Testamento señala los hechos del Nuevo Pacto. Por eso, ¡es muy bueno evitar los rituales religiosos!

Tenemos un monte que escalar: la presencia de Dios. Este lugar no es físico, sino donde encontramos las promesas de Dios para nuestras vidas. Siempre que la lectura de las Escrituras le revele algo, medite en ello hasta que la fe surja en su corazón. Ore, y Dios le dará entendimiento.

En Cristo, con amor,

R. R. Soares