¿Qué tiempo de bendición es éste en el que podemos caminar en pos de Jehová? Esto está al alcance de cualquiera que decida que es imposible caminar sin Jesús, que declaró: Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer. (S. Juan 15.5). Al expresarse así, Cristo sabía que habría días en que muchos serían probados y hallados faltos, pero si lo buscaran, lo encontrarían y se renovarían ante Él (Jeremías 29.13).

Tener a Jehová caminando delante de nosotros es todo lo que necesitamos. Él derribará el muro y hará añicos las puertas de bronce, inquebrantables por la fuerza del hombre. La obra será tan perfecta que seremos como los que sueñan y daremos a Dios verdadera alabanza y gratitud por habernos abierto el camino. De este modo, llegaremos allí donde la mano de Dios y Su santo corazón nos conduzcan. ¡Seremos santificados por la acción de Dios!

Es bueno saber que Dios rugirá como un león e impedirá que el enemigo nos engañe y nos aleje de la vista del Padre. Caminaremos tras el Señor y, con el camino despejado, alcanzaremos el objetivo. Necesitamos el apoyo del Todopoderoso para confesar que somos más que vencedores. No hay nada mejor que obtener la ayuda del Altísimo. ¡Él hará el trabajo si solo le seguimos con fe!

Los hijos de Occidente, situados al oeste de Jerusalén, que simboliza la Iglesia de Jesús, acogen a todos los llamados por Él a formar parte del invencible ejército celestial. Respetar a Aquel que ya ha demostrado Su gran amor por la humanidad es una de las razones por las que podemos estar seguros de llegar al lugar que Él ha determinado. Decimos la voluntad de Dios y la oiremos de Él en el Último Día: «Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Entonces el Rey dirá a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. (S. Mateo 25.34).

Los que fueron tras los pecados de Oriente se santificarán para seguir al Hombre de Guerra. Aunque todo indica que no llegaremos allí por haber hecho o dejado de hacer algo, recordemos que las misericordias del Señor se renuevan cada mañana (Lamentaciones 3.22-23). Así que no se quede lamentando su error, sino confiéselo a Aquel que perdona y no le echa en cara el pasado (Isaías 43.25; 1 S. Juan 1.8). Entre ahora a la presencia del Señor y resuelva su situación.

Mire lo que Dios ha declarado en las Escrituras. Él nunca dejará de cumplir Sus promesas. Enderécese con el Padre y siga Sus pasos. El Señor le ayudará en el camino, como hizo con Elías, dándole pan para que le sustente hasta que su parte en la obra divina llegue a su fin, y eso al final de sus días (1 Reyes 19.4-8). Es hora de orar y creer en la Palabra, ¡pues ella tiene poder!

Haga temblar a los hijos de Occidente bajo la mano del Señor, que está de nuevo sobre usted. Sus pecados han sido perdonados, su corazón ha sido lavado en la sangre de Cristo y ahora, con su confesión de arrepentimiento, está siendo santificado para obras mayores. ¡El Espíritu Santo le guiará con prudencia y decencia en santa inocencia!

        En Cristo, con amor,

R. R. Soares