El hombre es capaz de hacer cualquier sacrificio para encontrar al Señor, pero basta con creer en lo que Él dice en las Escrituras. Dios ha puesto en Su Palabra las directrices seguras para que caminemos en Su presencia, sin que tengamos que sacrificar nada. Entienda: ¿qué podemos dar a Aquel que es dueño de todo, desde los animales hasta las piedras preciosas, incluyéndonos a nosotros? ¡El Altísimo es el Creador de todas las cosas y nuestro Padre!

Todo pasa en esta vida, incluso los gobiernos, sean bien intencionados o no. Por desgracia, personas aparentemente humildes nos piden el voto y, una vez elegidos, nos roban el dinero de los impuestos. Ningún país crecerá si hay gente así. Considere una obligación clamar al Señor para que nos libre de la corrupción (1 Timoteo 2.1-3). ¡El país necesita un pueblo justo!

Jesús advirtió que se acercaba el momento de que los verdaderos adoradores tuvieran su lugar bajo el sol, por lo que debían aprender el arte de adorar a Dios. Así, el pueblo podría aprender a hacerlo también. Adoramos al Señor por lo que hace en favor de los que sufren y están perdidos. Le alabamos por la salvación que está al alcance de la humanidad. ¡Sea fiel y Dios le dará la corona perfecta de la vida!

Con la venida de Cristo, las promesas bíblicas se cumplirían en la vida de los creyentes. Hoy, no tenemos que esperar más para que disfrutemos de los derechos garantizados por Dios en Su Palabra. Cuando usted descubra una promesa, reivindíquela. Luego, cuando sepa lo que se ha hecho en su favor -como el perdón de sus pecados, la curación de las enfermedades y la vida eterna, que es un don gratuito del Altísimo-, aprópiese de ello inmediatamente con su oración (Efesios 2.8).

El Maestro declaró que hay verdaderos adoradores y que el Padre los busca. Por otra parte, muchos juegan a la fe, uniéndose a la cizaña. Serán arrancados, atados en manojos y arrojados al fuego eterno (S. Mateo 13.24-30; 36-43). ¿Por qué algunos prefieren seguir este camino? Ellos podrían humillarse ante el Altísimo y ser salvos y perdonadas sus iniquidades. Los que están firmes en su fe en Cristo caminan seguros, sin miedo al juicio.

Los verdaderos adoradores pueden entrar en la presencia del Señor para darle la alabanza que Él merece; ellos han sido llevados al Padre para esto. El mundo pronto estará sumido en una gran confusión, como dijo Jesús: Pues se levantará nación contra nación y reino contra reino; y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres y alborotos; principios de dolores son estos. (S. Marcos 13.8). Jesús es el Arca de nuestra Salvación. ¡Acuda a Él!

El Padre celestial no se cansa de pasar Sus ojos sobre la humanidad, buscando ver a los que le adoran en espíritu y en verdad. Es bueno prepararse para ser encontrado por Él a fin de librarse del inminente caos. No habrá ningún lugar seguro donde esconderse del sufrimiento al que se enfrentará la humanidad. ¡Refúgiese en Jesús! (1 Tesalonicenses 1.10).

        En Cristo, con amor,

        R. R. Soares