LA RESPUESTA QUE AGRADA

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2025-04-21 03:00:00
Respondió la mujer y dijo: —No tengo marido. Jesús le dijo: —Bien has dicho: “No tengo marido”.
San Juan 4.17
No hay nada mejor que caminar en la Verdad. Así, no tendrá que inventar hechos que puedan avergonzarle si es interrogado por alguna autoridad sobre hechos que haya visto o practicado. La samaritana estaba ante la Autoridad suprema del Universo, el Verbo Creador de todas las cosas, tanto en el Cielo como en la Tierra (S. Juan 1.1-14). Ella sufriría un gran perjuicio si no hubiera comprendido el momento de la visita del Señor. Recordemos que Jesús sintió el deseo de pasar por Samaria ¡solo para que aquella mujer conociera el Bien!
Cuando los cristianos actúan fuera del patrón bíblico, no muestran la alegría de la salvación y muchas veces se encuentran en problemas y necesidades. Algo que nunca debe sucederle a ningún hijo de Dios es deprimirse. Mientras Jesús ocupe el lugar de Señor en su vida, usted vivirá en la plenitud del gozo de la bendita presencia de Dios (Salmo 16.11). ¡Cultive la comunión con el Padre celestial y vivirá feliz!
Como samaritana, no tenía fe en el Altísimo. La mayoría de los samaritanos descendían de los hijos de Israel que quedaron en Samaría desde que Salmanasar, el rey asirio que derrotó al reino del Norte, envió a otros pueblos a ocupar las diez tribus en el año 726 a.C. Como tenían algo de la Ley de Moisés, ellos esperaban al Mesías del que hablaban los profetas. En su charla con el Maestro, esta mujer demostró que tenía algún conocimiento de la Ley.
Poco a poco, su encuentro «casual» con Jesús hizo que se diera cuenta de que era su día de suerte, pues pronto vio y sintió que el Esperado por las Naciones estaba ante ella. ¡Qué privilegio! Los samaritanos ni siquiera pensaron en ello. Ella, que vivía lejos de Dios, comprendió el plan divino de cambiar de vida y continuó la conversación. Allí estaba el Ser más sabio del Universo y una mujer que intentaba comprender lo que le pasaba a ella misma. ¡Cristo la ayudó a encontrar la Verdad!
El Señor le dijo que fuera a llamar a su marido, y ella no puso excusas, diciendo que él estaba trabajando o de viaje. Sin duda, siendo profeta, Él la desmentiría si intentara engañarlo. Ella reconoció: No tengo marido. Nunca le mienta al enviado de Dios, porque el diálogo podrá detenerse en ese punto. Es bueno abrir el corazón al Señor, porque Él es la Verdad. El que oculta sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta de ellos alcanzará misericordia. (Proverbios 28.13).
Al Maestro le agradó oírla decir la verdad, así que el diálogo continuó. Quien peca y miente para que no sea reprendido comete un error mucho mayor. Esta persona no sabe que Dios le ayudaría a resolver sus problemas. Jesús dijo que ella había dicho bien, y que eso lo llevaría a ayudarla. ¿Cuántas personas, cuando se presentan ante el Altísimo, no son sinceras y pierden la oportunidad de resolver sus dilemas?
Ese fue el gran momento de la samaritana, porque estaba frente a la Vida que podía librarla de la muerte eterna. Al elogiarla por decir la verdad, Jesús da a entender que a veces ella decía cosas fuera de la realidad. La Biblia dice: Pues por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.» (S. Mateo 12.37).
En Cristo, con amor,
R. R. Soares
La Oración de Hoy
¡Dios Sabio! Es hermoso ver cómo Jesús hizo que la mujer comprendiera Tu plan y la llevó a evangelizar su ciudad, ¡llevando a los hombres a ver al Deseado de las Naciones! ¡No se puede negar que en Ti está todo lo que necesitamos!
Cristo le dijo que llamara a su marido, y ella fue sincera, diciendo que no estaba casada. La persona que miente abandona Tu presencia. La verdad y la mentira no pueden coexistir. ¡Ayúdanos a ser siempre sinceros!
El Salvador encontró a una de las ovejas perdidas de la casa de Israel y vio que hablaba sin disimulo. Esto confirma que vivir en concubinato está mal. Ahora bien, si se casa, no peca. ¡Que cada lector se alegre cuando se le pregunte y diga la verdad!