Hay que leer la Biblia y meditar sobre lo que llamó la atención. Así es como Dios da Su testimonio a quienes tienen fervor en aprender a obedecerle y hacer el bien. Quien quiera ser irreprochable en su conducta debe entender la Palabra, para que el enemigo no tenga forma de tocarlo. ¡Hemos sido entrenados por las Escrituras para seguir la guía del Espíritu Santo!

El Maestro habló de la familia que comienza con el matrimonio de un hombre y una mujer, que aún no han llegado a conocerse íntimamente: Y dijo: “¿Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne”? (S. Mateo 19.5). Los padres no deben vivir preguntando a su hijo o a su hija cómo va su matrimonio, con la intención de «mejorar» la relación de la pareja. El Señor nos manda dejar padre y madre; por eso, ¡el nuevo cuerpo que se forma será cuidado por el Altísimo!

En el matrimonio, Dios crea un cuerpo espiritual para los cónyuges, y empieza la familia. Pero la vida moderna enseña de otra manera, por lo que el Señor ya no está presente en la vida de las parejas recién formadas. Ahora los rebeldes deben prepararse para asumir la responsabilidad, pues Él ha hablado de ello: ¿Andarán dos juntos si no están de acuerdo? (Amós 3.3). ¡El Padre celestial solo caminará con quien le obedezca! (S. Mateo 7.21-23).

Esta resistencia a los principios de la Palabra de Dios se da en todo el mundo y se ha celebrado como si fuera la libertad que adquieren los niños cuando, aún inmaduros, van a la Universidad y ya no se someten a la autoridad paterna. La Biblia deja claro el resultado: Porque dice Jehová, Dios de Israel, que él aborrece el repudio (Malaquías 2.16a). ¡No ame lo que Dios prohíbe!

La samaritana se había casado cinco veces, pero decidió no hablar de su vida privada a la sociedad y se fue a vivir con un hombre. En su mente, esto podría no haber hecho la menor diferencia, pero Jesús le mostró lo contrario. Entonces, delante de Él, reconoció su situación. Un día usted estará ante el Señor y ¿qué le dirá?

Conozco un caso en el que una familia se implicó tanto en la vida de una pareja que enseñó a su hija a buscarse otro marido, haciendo caso omiso a las enseñanzas del Señor. Esto es el colmo de la traición. Si todos los implicados no se arrepienten, serán excluidos de la vida en el Cielo (S. Lucas 17.3). Nunca juegue con su felicidad eterna. ¡Dios es fiel para perdonar los pecados!

Cuando Cristo dijo: «Ve, llama a tu marido y ven», estaba reafirmando la santidad y la fidelidad a la ley del Padre celestial. Los que se rebelan contra las Escrituras, cambiando de conducta con el tiempo, sin perseverar en la doctrina divina, no se salvarán: Seréis odiados por todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, éste será salvo. (S. Mateo 10.22). ¡No se puede tocar lo que el Señor ha dicho a no ser que no le importe el resultado!

        En Cristo, con amor,

R. R. Soares