La persona dominada por la necedad es el blanco de la compasión de los que conocen el poder de Dios. Su necedad terminaría si pusiera en acción su fe en Jesús. Esto la haría sabia y lista para marcar la diferencia. El problema es que no se presenta ante el Señor para reivindicar la liberación proporcionada por Cristo en favor de la humanidad. Al no darle a Dios el señorío sobre su vida, permite que el diablo tome el control. ¡Cuidado!

Otro error es no prestar atención a las Escrituras. Al escuchar la Palabra de Dios, la fe llega rápidamente a su corazón y, con una orden dada en el Nombre de Jesús, se abandona cualquier actitud imprudente y se ve la transformación interior. Al apoderarse de su vida, la fe hará que las cosas malas desaparezcan, y usted escuchará, pensará y actuará como Jesús cuando estaba en el mundo (S. Juan 14.12). Ella le convertirá en un ejemplo para los que sufren.

Algunas personas son consideradas inteligentes, pero no están preparadas en asuntos de la fe porque ni siquiera examinan la Biblia. A muchos se les ha enseñado algo que los ha cerrado a la Verdad. No importa cuánto quiera hablarles del amor de Dios, no les interesa. Pero un día Cristo volverá, y entonces, cuando vean tanta gloria, se desesperarán, ¡pero será demasiado tarde!

La comprensión que ofrece la Palabra vale más que los tesoros acumulados en la Tierra hasta la fecha. De hecho, no tienen ningún valor cuando se trata del lugar donde el individuo pasará la eternidad. Aquellos que tomen el camino equivocado verán que, al regreso de Jesús, ya no habrá tiempo para arrepentirse o cambiar su destino eterno (S. Mateo 7.13-14). ¡Que el Señor le ayude a creer!

El necio en la fe se compara con el necio privado de sabiduría, pero ambos se contentan con exponer lo que agrada a su propio corazón. Pero las personas saben que carecen de buen raciocinio. Desafortunadamente, muchos viven sin querer aprender nada ni conocer las bendiciones que Dios tiene para ellos. ¡Es triste verlos actuar así!

Los necios, cuando se divierten practicando la iniquidad, aunque se les advierta, no quieren abandonar sus acciones dañinas. No se puede medir su insensatez, porque a cada momento, en vez de detener sus malas acciones, prefieren salirse de la sobriedad. Los que tienen una buena mente, en cambio, disfrutan actuando con inteligencia. ¡Son buscados por todos!

Se necesita paciencia para sacar a una persona imprudente del mal camino, mostrándole cómo la sabiduría es más ventajosa que la insensatez, aunque no vea la razón para eso. Pero cuando su corazón se abra a la Verdad, quedará curado de su necedad. El Maestro dice que debemos esforzarnos por sacarlo de esta condición que lo lleva a hacer el mal.

        En Cristo, con amor,

        R. R. Soares